Un divan à Tunis (Un sofá en Túnez), de Manele Labidi: La vitalidad del blues

El primer largometraje de Manele Labidi, estrenado en Francia el 12 de febrero de 2020, es un éxito que desafía todas las expectativas político-victimarias para reflejar la vitalidad de un país marcado por la incertidumbre.

 Selma es psicoanalista. Vivió en Francia y se instaló en Túnez para ejercer en su país de origen. Es un regreso íntimo a la Patria, pero también un deseo de apoyar los cambios que se están produciendo allí. Esta comedia se alimenta, por supuesto, de la ambigüedad de esta dinámica: su entorno hace entender rápidamente a Selma que no la han esperado para moverse.

Selma, con cierta ingenuidad (evidente al principio en su inadaptación a las costumbres y a los trucos), va sin embargo a sacudir las cosas. Maravillosamente interpretada por Golshifteh Farahani, que sabe estar presente en la pantalla en silencio y en la escucha, como buen psicoanalista, se enfrenta a los prejuicios que una mujer libre revive en una sociedad patriarcal. Transgrede la sobre feminización que encarna Baya, dueña de la peluquería. En efecto, es bastante masculina: pelo despeinado, sin maquillaje, fumando en público en la calle, y además soltera.

No es una ferviente admiradora del feminismo. No habla mucho. No provoca a nadie, pero molesta por quien es, especialmente cuando empieza a recibir a los pacientes que le envía Baya, que terminan revelando sus preocupaciones, hipocresías y cosas no dichas. Es entonces Túnez en el sofá, el retrato de una sociedad completada por los otros personajes con los que Selma codea: su tío que esconde su alcoholismo en una lata de coca, su sobrina Olfa que organiza un matrimonio para ir a Francia, el panadero Raouf que se traviste en su esquina, el imán abierto víctima de los fundamentalistas, el policía incorruptible, etc. De hecho, connotan una sociedad viva, resistente a su manera, que desarrolla estrategias de libertad y supervivencia en un contexto pesado. El título en inglés de la película es, en efecto, Arab Blues: es el blues postrevolucionario frente a las promesas rotas, el islamismo en el poder, el terrorismo, la crisis económica vinculada al colapso del turismo. Todos intentan irse y aquí viene Selma, que no tiene ningún objetivo material excepto vivir de su trabajo.

Y su trabajo consiste en dejar hablar. Dar cuenta de esta palabra está en el corazón del proyecto de la película, en un país dominado por la incertidumbre. Nunca nos reímos a carcajadas, pero no pasa sin hacernos sonreír: la comedia es una buena forma de apoyar el ridículo de las situaciones, la caricatura de los personajes, la sátira de una sociedad que en todo caso ama reírse de sí misma y de sus disfunciones. La música está en fase con este proyecto, iniciado y cerrado por las volutas de la cantante Mina, que refuerza el parentesco de la película con la ironía de la comedia italiana de los años 60 y 70.

“Cada uno se va con algo propio”, dice Selma mientras presenta su trabajo a las mujeres de la peluquería. De hecho, su escucha permite a todos de asumir sus contradicciones. “La belleza de los hombres es su debilidad”, me dijo una vez el cineasta marroquí Faouzi Bensaïdi. Hay mucha poesía y humanidad en esta película para enseñar la vitalidad de Túnez. Esta es la ventana abierta por este blues árabe, con sus acentos melancólicos tanto como sus toques humorísticos. Un placer que no hay que perderse.

 

Olivier Barlet – traducción : Marie Picaud

Author: Olivier Barlet

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