Pocas son las películas que nos llegan de Angola. Seleccionada en Rotterdam y luego en competición en Friburgo, Air Conditioner, de Fradique y su colectivo Geração 80 es una película intrigante, profunda y mágica que merece la pena.
No sabemos porqué, los pesados ventiladores se caen de las paredes uno tras otro en una Luanda aplastada de calor, causando a veces heridos o muertos. Es con este delirante escenario de cortometraje que se construye a la vez una historia y una atmósfera en la línea del realismo mágico de la escritora mozambiqueña Mia Couto. Matacedo (José Kiteculo), un guardián de edificio marcado por la guerra civil, es incitado por Zezinha (Filomena Manuel), una mujer de la limpieza, para arreglar el ventilador de su jefe, que no para de gritar. Lo confía a un taller de reparación de mala reputación pero que resulta ser un lugar de iniciación… No es ciencia ficción, pero el misterio es permanente, apoyado por las imágenes steadycam de Ery Claver, que coescribió Ar condicionado y presentó en enero de 2019 en Clermont-Ferrand su corto experimental Lúcia no céu com semáforos.
Fradique, que aprendió cine en los Estados Unidos pero que reside en Angola, había firmado bajo el seudónimo de Mario Bastos un excelente y comprometido documental histórico: Independência (« Angola – Nos Trilhos da Independência »). Aquí él cambia radicalmente de registro, no dudando en subtitular diálogos que los personajes intercambian telepáticamente, optando por monocromías barrocas y ángulos de cámara o perspectivas expresionistas, y sobre todo apoyándose en la magnífica banda sonora de jazz de Aline Frazão.
La pesada inercia de Matacedo, a la imagen de la del país, no es estática. Conoce de memoria el laberíntico edificio del centro de Luanda en el que trabaja, cada rincón, pero también cada familia confinada a habitaciones demasiado estrechas. La película adopta entonces una visión empática y crítica de las desigualdades sociales en la ciudad catalogada como la más cara del mundo, rasgada entre su trágico pasado y sus perspectivas de futuro. Cuando los dos personajes se encuentran en el taller surrealista del reparador Kota Mino (David Caracol), descubren la máquina que él monta en secreto para recuperar la memoria de la población. Este viaje en el dolor los acerca al secreto de los ventiladores…
Es el ritmo de una ciudad que trata de capturar Air conditioner, analogía de una sociedad que falta de aire, inscribiéndolo así entre el pasado y el futuro en el gran juego del mundo. Para evocarla, era necesario esta historia descabellada y este humor arraigado, esta melancolía y esta estética excéntrica. La película apenas excede una hora y la interpretación depurada de los actores evita cualquier teatralidad. Algunos se aburrirán, pero para aquellos que acepten sumergirse en un universo enigmático, pero altamente significante, esta experiencia poética puede fascinar. Porque Air conditioner es un viaje onírico en la mágica vida cotidiana de Luanda, donde los instrumentos tradicionales de Aline Frazao enriquecen su jazz tanto como amplían la visión.
traducción : Marie Picaud